
De todas mis últimas idas a Lima esta debe haber sido la que menos expectativa tuvo. De entrada, subirme al 757 después de venirme en un 777 ya me dio una idea del tamaño de las posibilidades. Pero como en la vida nada es estático ni se queda quieto, el cambio de ambiente ayudó. Así que no me queda otra que darle a mi aldea algo de crédito por hacerme dormitar un poco de todo el desgaste físico y mental de las últimas semanas.
Porque Lima es así, te seda. De pronto el mundo se circunscribe al Wong de la esquina, al cebiche del almuerzo y la última que hizo Bayly. Te va haciendo reposar, y pretende que tu vida transite por un sándwich de la San Antonio. Y a veces es bueno para la salud quedarse un poco atontado.
Pero ya no soy el mismo que se fue.
Porque mientras veo los cerros pelados de La Molina,
Julio me dice oi gato, desde los bosques de Guarujá.
1 comment:
pelotudo, para que te vas en american. el delta enorme de la vez pasada, con saludito hasta en japonés me hizo asimilar el abismo de mejor manera.
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